Alabemos, siervos del Señor, alabemos el nombre de Jehová. Sea Su nombre bendito desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado. Él es excelso sobre todas las naciones, sobre los cielos es Su gloria. ¿Quién como nuestro Dios, que se sienta en las alturas y que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra? Él ha dicho: el cielo es mi trono, y la tierra estrado de Mis pies y sin embargo, envió a su Hijo para que tú y yo fuésemos salvos. ¡Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz, santo Espíritu de Dios, aleluya!
Poderoso Señor, te pedimos que rompas los cielos sobre Totonicapán y desciendas. A tu presencia se escurran los montes como fuego abrasador de fundiciones; manifiéstate como fuego que hace hervir las aguas y haz notorio tu Nombre en Totonicapán. Sal al encuentro del que con alegría hace justicia y de los que se acuerdan de ti. Bendecimos los municipios de este departamento, la Sierra Madre, los riscos de Momostenango, la cumbre María Tecún, los ríos Negro, Palá y Chioj. Oramos que tus poderosos ángeles acampen alrededor de este departamento y lo protejan.
Clamamos que tu mano de poder se pose fuertemente en la vida de los k’iche’s y ladinos que habitan en este departamento. Hoy intercedemos por ellos; perdona Señor, pues por largo tiempo sus habitantes han perseverado en los pecados, pero nosotros sabemos que aún así, tú extiendes tu brazo de salvación a ellos y les restauras. Has resplandecer tu rostro sobre ellos y serán salvos, bendito Señor. Señor perdona las celebraciones que se llevan a cabo con la participación de brujos o shamanes, como la llamada wajxakib bats (“8 Hilos y 8 Monos”), la cofradía y hermandad de San Miguel Arcángel. Perdona también a los habitantes de Totonicapán por hacer adoratorios y lugares de adoración en todo el territorio, pero especialmente en San Andrés Xecul, y en los cerros Xiquinabaj y X’ecanchavox.
Te pedimos que no recuerdes contra ellos las iniquidades de sus antepasados; lleguen pronto tus misericordias a encontrarles, pues están muy abatidos. Ayúdales, oh Dios de su salvación, por la gloria de tu nombre; líbralos y perdona sus pecados por amor de tu nombre. Clamamos que en Totonicapán, la población vuelve sus ojos a ti y son salvos ellos y todos los términos de esa tierra. Clamamos que sus habitantes son personas de fe, que tienen certeza de lo que esperan, convicción del Dios que no se ve. No hay Dios fuera del Señor, Tú has hecho juramento por ti mismo, de tu boca salió palabra en justicia y no será revocada. En Totonicapán se doblará toda rodilla y jurará toda lengua diciendo, “Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza”.
Aún cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. ¡Imagina, Totonicapán, cómo puede ser tu vida una vez te reconcilies con el Señor…! Cristo, por Su inmensa gracia, te extiende la salvación, ¡tómala! Una vez lo hagas Cristo te hace sentar juntamente con Él en los lugares celestiales, porque ustedes son hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviesen en ellas.
Con la seguridad de saber que Dios nuestro Salvador quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad, reclamamos la vida de los habitantes de Totonicapán para Jesucristo. Hoy le recordamos a los dominios, tronos, principados, potestades, gobernadores de las tinieblas, huestes espirituales de maldad que cuando Cristo subió al cielo y se sentó a la diestra de Dios, les sujetó a todos bajo Sus pies, derrotándolos y exhibiéndolos públicamente. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a Sí mismo en rescate por los habitantes de Totonicapán. Oramos que ninguno de sus habitantes se conforma a este siglo, sino son transformados por medio de la renovación de su entendimiento, al ser expuestos a la Palabra de Dios, que es viva y eficaz y más cortante que espada de dos filos para penetrar hasta lo más profundo y discierne sus pensamientos y las intenciones de su corazón. Todo lo hace manifiesto para que sean libres en Jesús.
(Sal. 113:1-6; Is. 64:1, 5; Sal. 80:7; Is. 66:1; 9:6; Sal. 79:8-9; Is. 45:22-23;
Ro. 5:10; Ef. 2:4-6, 10; 1 Ti. 2:3b-6; 1 P. 3:22; He. 4:11-12)
Además: Oremos por sus autoridades, por el Cuerpo de Cristo.

