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Quiché

¿Quién como Tú, oh Dios, entre los dioses? ¿Quién como Tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? Grande es el Señor y digno de suprema alabanza y de ser temido sobre todos los dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos, más Jehová hizo los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay. Dijo, asimismo, Dios: “Hagamos al hombre a nuestra semejanza”, y lo hizo así, a su imagen creó Dios al hombre y a la mujer y nos bendijo. Vio además Dios a su creación y era bueno en gran manera; una vez los creó y los hizo poco menor que los ángeles, con conocimiento del Altísimo.

Vengan, quichelenses, aclamemos juntos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la Roca de nuestra salvación. Lleguemos ante Su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos. Porque Dios es Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano está toda la tierra de Quiché, las profundidades de la tierra y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues Él lo hizo; Sus manos formaron la tierra seca. Adoremos y postrémonos, arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque Él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Quiché, oye hoy su voz y no endurezcas tu corazón. Entiende que el universo fue constituido por la Palabra del Dios Altísimo, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Dios es Dios de dioses y Señor de señores; Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, por lo tanto, acérquense a Él, habitantes del Quiché. Bendecimos los municipios de este departamento, la Sierra de los Cuchumatanes y la Sierra de Chamá, sus montañas, ríos, lagunas, valles, barrancos. ¡Glorifícate en este territorio, Señor!

Oramos en el nombre de Jesús e intercedemos a favor de los quichelenses; clamamos que sea quitado de sobre sus ojos el “vaho que empañó sus ojos y los veló”; ¡sea rota toda venda de ceguera puesta como maldición sobre sus ojos, en el nombre de Jesús! Oramos que nadie los engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Padre de misericordias, oramos que tengas misericordia de los habitantes del Quiché y traigas vida eterna a esta población y que tengan vida pues en lugar de ofrecer sacrificios a dioses que no son Jehová, rinden su corazón y su alma al Señorío de Jesucristo presentando ofrendas de labios que alaban Su nombre. Reprendemos al espíritu inmundo de religiosidad que produce sincretismo en esta población. Lo atamos en el nombre de Jesús, y en su lugar oramos que sea predicado el evangelio sin adulteraciones, llena de denuedo, sabiduría, poder y autoridad al Cuerpo de Cristo en Quiché.

Los quichelenses no tienen excusa para vivir en idolatría, pues lo que de Dios se conoce es manifiesto por ti mismo, porque tus cosas invisibles, tu eterno poder y deidad, las has hecho claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. Te pedimos perdón hoy, Señor, porque, habiendo conocido a Dios, nuestros antepasados no te glorificaron como a Dios, ni te dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Perdónanos, porque cambiamos la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Te pedimos, Señor, que no escondas tu rostro de nosotros a causa del mal que hemos hecho por habernos vuelto a dioses ajenos. ¡Escucha nuestro clamor, bendito Señor!

Hoy reconocemos que Tú eres el principio y el fin; tuya es toda bestia del bosque y los millares de animales en los collados. Tú conoces a todas las aves de los montes y todo lo que se mueve en los campos te pertenece. Bosques de Quiché, regocíjense y rebosen de contento delante del Señor, quien vino a juzgar la tierra con justicia y misericordia. Deshaz como una nube nuestras rebeliones y como niebla nuestros pecados, ¡gracias! Canten loores, oh cielos de Quiché, porque Dios nos redimió; griten con júbilo, profundidades de la tierra; montes prorrumpan en alabanza; alábele el bosque y todo árbol que en él está; porque Jehová nos redimió.

Ahora, en Quiché temerán solamente al Señor Todopoderoso y le servirán con integridad y en verdad; quitarán de entre su pueblo a los dioses a los cuales sirvieron sus padres. Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que solamente Jesús es Señor de Quiché. Amén.

(Éx. 15:11; 1 Cr. 16:25; He. 11:3; Gn. 1:26-27, 31; Sal. 95:1-8; Dt. 10:17; Col. 2:8; Éx. 22:20; Ro. 1:17-25; Dt. 31:18; Sal. 50:10-11;Sal. 96:12-13; Is. 44:22-23; 2 R. 17:33; Jos. 24:14)

Además:          Oremos por sus autoridades, por el Cuerpo de Cristo.

Jalapa

¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Tu misericordia es nueva cada mañana, ella permanece para siempre y siempre.

Oramos, Señor, pidiéndote que la buena obra que has iniciado en Jalapa, sea perfeccionada. Atiende al clamor del Cuerpo de Cristo en este departamento e irrumpe en medio de las tinieblas con la Luz admirable de Jesucristo. Por amor a esos fieles, Señor, no desampares la obra de tus manos en Jalapa. Obra en las vidas de los poqomames, de los ladinos descendientes de los sefarditas, los gitanos y ladinos pardos, así como en la de los jicaques. Envía a tus ángeles a que acampen alrededor de los siete municipios que conforman este departamento, con todos sus pueblos, aldeas y caseríos.

Seguros por la autoridad que la Sangre de Cristo nos garantiza, venimos a declarar que todo misterio y ocultismo es revelado, expuesto, sacado a luz y el poder que tenía sobre la población es desenmascarado, en el nombre de Jesús. Porque todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. El Hijo de Dios vino para despojar a los principados y a las potestades para exhibirlos públicamente y triunfar sobre ellos en la Cruz. De modo que la población jalapaneca no tiene por qué estar sujeta a yugos impuestos por espíritus inmundos. En el nombre de Jesús hablamos libertad, confesamos que los cielos son abiertos a la realidad del Reino de Dios y el propósito redentor de Cristo para sus vidas se hace una realidad en ellos.

Ayuda a los jalapanecos para que pongan guarda en su boca a fin de que no pronuncien ninguna palabra corrompida, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Espíritu Santo, te pedimos que los hombres y mujeres de este departamento aprendan a confesar la Palabra con todo denuedo, que en lugar de hablar maldición, hablen bendición y vida.

Dios Todopoderoso, a causa de la falta de iniciativas y proyectos en beneficio de esta tierra, muchos se sienten abandonados, sin identidad y distantes. Espíritu Santo, derrámate sobre Jalapa y trae sanidad, identidad, propósito, alegría, integración al corazón de los hombres y mujeres de todas las edades. Atráelos a ti, recógelos con el amor eterno con el que siempre los has amado.

Tú eres el Sanador y sólo en ti está la verdadera sanidad; te pedimos que las señales, milagros y prodigios sigan a la predicación de la Palabra en Jalapa. Manifiéstate en los cuerpos físicos de sus habitantes para que las señales que hacen los curanderos, los adivinos, los compone-huesos y los perfumeros no mantengan cautivos a los jalapanecos. Confunde y dispersa a los enemigos espirituales de Jalapa, los atamos y los echamos fuera de esa tierra y del territorio nacional, en el nombre de Jesús. Permite que estos hombres y mujeres puedan ver tu brazo extendido hacia ellos ofreciéndoles la salvación y la tomen para sí haciendo a Jesús el Señor y Salvador de sus vidas.

Bendice el fruto de las manos de los jalapanecos, las artesanías (cerámica, cestería, trabajo en piedra, cerería, juegos pirotécnicos), los productos lácteos, la talabartería, la ganadería. Trae la lluvia temprana y tardía, derrama Agua viva sobre la tierra y refréscalos. En el nombre de Jesús.

Jesús es Señor de Jalapa, Amén.

(Apocalipsis 15:4; Levítico 20:6; Efesios 5:12; Colosenses 2:15; Efesios 4:29; Jeremías 31:3)

Además: Oremos por sus autoridades, por el Cuerpo de Cristo, por la libertad y la unidad.